lunes, 11 de enero de 2016

David Bowie is (not) dead


Y no, no me estoy refiriendo al pedante sentido artístico que proclama el significado estúpido de que cada autor vivirá mientras lo haga su obra. Olvídenlo, deséchenlo, descártenlo, no van por ahí los tiros. Me refiero a que Bowie, simplemente, no está muerto, que sigue vivo y coleando -o culeando (con el historial que tiene, váyanse a saber)-.
No busco aquí, ni mucho menos, enarbolar una fantasiosa teoría de las que durante el siglo veinte han versado sobre la continuada existencia de Hitler o Elvis con aquí el hoy publicitado Duque Blanco, únicamente quiero señalar lo que a todas luces me parece un producto de marketing que traspasa un límite que a cualquier paleto le debe producir vértigo, pero que a un provocador nato como es Bowie, al fin y al cabo, se la debe de sudar por completo. Fingir la propia muerte, ¿y qué? Tiene su punto. Ver cómo todos los medios dedican unos minutos a tu persona, colocan un par de éxitos tuyos mientras pasan tus fotografías y, entretanto, tú lo ves -te ves- desde el sillón de tu casa. Si alguien es el indicado para hacer eso, ese, queridos amigos, es David Bowie. ¡Era Ziggy Stardust a inicios de los 70 cuando la vestimenta de los demás caballeros variaba entre la chaqueta gris o marrón! ¡Hacía tríos con Mick Jagger y su señora esposa cuando a la mayor parte de la población le daba reparos hablar de la virginidad! ¿Qué sería, comparado con la cantidad de barreras que ha destrozado este artista, fingir la propia muerte en pleno siglo XXI? Quizás una provocación un tanto más profunda -lejos de eso, nada más-.
Quiero decir, joder, su último single que sacó hace unos días -sí, unos días-, se llama Lazarus (Lázaro para los menos avispados), el hermano de María y Marta, el que vivía en Betania, el amigo de Jesús, ¡el que retornó de los muertos! ¿Soy el único que ha pesando eso, dios santo?  ¿Tan obstusas son las mentes que me rodean? ¿Tan encantados se tragan lo que enuncian los medios de comunicación que a su vez se han tragado previamente, crédulos, un par de comunicados del entorno del cantante? Cierto es que uno de ellos es de su hijo, Duncan Jones, pero tampoco de este puede decirse -a juzgar por su filmografía- que habite en la más estricta ortodoxia, dándole pavor publicar un comentario como tal si así fuera necesario.

No me extrañaría pues, de ninguna manera, que en un homenaje al cantante o acto similar, apareciera él mismo cantando Lazarus, así, a bote pronto, ante el shock de la audiencia, ante el delirio de los fans, el pajeo de los modernitos y el recelo de los retrógrados comentando que ante temas como estos no se debe jugar. No me extrañaría que se montase una gira de las que he leído que no hacía desde el 2006. Y no me extrañaria que obtuviera unos beneficios que ni los seniles Rolling Stones en sus últimas aventuras. Repito, no me extrañaría.
El tiempo dirá, en cambio, si me he equivocado y estoy haciendo el gilipollas tocando un tema al que la mayoría le da cierto reparo. Se me ha ocurrido y lo he escrito, para qué argumentar más... ¡Esto es libertad de expresión!

4 comentarios:

  1. Vale la pena imaginar que esto pueda ser real...saludos

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  2. Efectivamente esto es una gilipollez.

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  3. Bonita ilusión, bien escrita. En un tiempo sabremos si has acertado. Ojalá que sí. Aunque en definitiva habría que preguntarle a Bowie. Saludos.

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  4. Alguna mente desentumecida te rodea. Pero aunque es llamativo el nombre de la canción, y ese derribar barreras morales de Bowie marca característica de la casa, no creo que sea una puesta en escena. Pero como me gustaría que lo fuese...

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