lunes, 25 de septiembre de 2017

#elclubdelospoetasvivos I

5:12 am. Diario de un convicto. Convicto de qué, se preguntará quien cojones lea esto: De una tradición, de una herencia, de un día a día, de una familia, de un entorno, de unos amigos. De un destino. De una existencia que aborrezco a la par que sin sabor alguno vivo. ¿Cuál es el camino más fácil? El suicidio. ¿El camino más corto? El suicidio. ¿El más sensato? Probablemente el mismo. ¿Por qué no lo hago entonces, por qué agarrarme a esta desvencijada esperanza que desde hace años -se dice pronto- yace en el interior de un pozo ambiguo? ¿Por qué seguir confiando en algo que no se ha realizado, que la realidad continuamente se encarga de evidenciar que no se realizará? ¿Cuál es, cuál fue el estúpido motivo? La noche sigue siendo oscura. Alcohol en sangre. Oigo el canto de un gallo en el campo abierto que anuncia la cercanía de un alba que yo en mis días ni tan siquiera atisbo. El calor de agosto atosiga en la perpetua cerrazón nocturna a un cuerpo desnudo, a un perenne cadáver que, no muerto, tampoco vivo, fija su mirada desnortada, insomne, en la búsqueda de una palabra, de una línea que lo salve de aquello de lo que si fuera valiente, egoísta, consecuente, lógico, amigo de sí mismo, habría hace mucho tiempo ya elegido.

¿Qué espero? Un beso de ella. ¿Qué temo? Pronto olvido. ¿Un segundo? Ya fue eterno. Y si duermo... Sueño, vuelo, quiero, muero.

El roce de su piel. Su olor, dulce delirio. El tacto de esos labios. ¿De verdad lo preguntaste, ilusa, <<solo amigos>>?



#elclubdelospoetasvivos II

De nuevo en el piso tras volver de clase. De nuevo ese sentimiento de pérdida. De ver que todo corre, que todo avanza y no me espera. Que la vida sigue su curso mientras no hay evacuación de mi estanque lleno, rebosante de remordimiento.
            Días de duda y reflexión. Me abandonó el tormento, la frustración. El futuro certero, eclipsado por la oscura neblina, empujado por la ciega madurez, tan solo aprecia la sucia y manchada realidad. Pasó el amor. Olvidé la aventura. Queda descontento y una preocupación absurda que cuestiona mi presente, advirtiendo la razón el abandono que, adherido a la pasión, siempre ha invitado a la ruptura. Descomprensión de la vida. Mirar escéptico. Transcurriendo sin sentido. Recordando pretéritos desestimados.
            Sin ambición. Sin creación. Sin rebeldía. Se extinguió. Se fugó. Concepción vital general de la gran vulgar mayoría….
            ¿Dónde está mi futuro? No aguanto este ocultamiento, esta nada, esta vacuidad. ¡Azar, manifiéstate! El tiempo pide fin. Me duele esta indecisión, este desconsuelo; el fluir no se plantea, está en juego el puto porvenir. La sociedad ganó la partida y la preocupación alcanza cotas inimaginadas. Se me impide el sueño. Amanezco a media madrugada y tardo horas en dormir de nuevo. Los despertares están embriagados de algo detestable. Que aparezca el punto de inflexión ya y abandone este estado, este déficit de decisión. Que el tiempo pase pronto, los astros me otorguen su favor y cese ya el abrumador canto del grillo.
            …Una señora pasea por la calle, con cuyo respiro, profundo, retumban las paredes de los hogares por los cuales avanza…
            Me sumerjo, ocultando mi peculiar azar, mi extraño hado que por temor e inconsciencia incumplo con torpeza. ¡Fatum! ¿Eres tú? ¿Sois vos mi albur? Por desconsideración te niego, incumpliendo los designios, violando las pasiones, desoyendo, eluyendo mi vivir. Mintiéndome. ¿Excusándome? ¡Engañándome! Solo a mí. Ya que mi debilidad te contraviene propongo un pacto, ¿vivir o no vivir? Vivamos, sé tú quien mi guíe. Infravaloremos mi inútil, inepto, estéril e inane libre albedrío, pues finalmente me encomendaré a ti. Mi esperanza se basa en ti. Mi insolencia te escupe a ti. Mi valor te aclama, ¡a ti! ¡Muéstrate ya, odioso porvenir!
           
            Obcecado en un fin improductivo, así me hallo. Desmoralizado y desganado, sin otro objetivo que alcanzarlo. Mi interior clama por un cambio, aunque estúpidamente prosigo… La lluvia no cesa. Las ondas se expanden con la caída de las gotas en los charcos. Mínimos sucesos dentro de mi alma se agrandan, agravando sentimientos ya de por sí consolidados. Mi carácter noqueado intenta ante un respiro levantarse. Ante una brizna de sol. Sin embargo, las nubes constantemente se imponen, y vuelvo al suelo. Bajar los brazos y ver cómo los golpes siguen. Cómo hay incluso ganchos fuertes. La miel estuvo en los labios. La justicia no la he visto. A la espera de una venganza paso los días grises. En busca del pensamiento. Impaciente reprimido. El objetivo sería la evasión. Me zambullo sin querer mojarme. Me ahogo. El agua no moja pero ahoga; no moja pero ahoga.
            La cuenta atrás no cesa, y yo mientras siento que caigo. Las semillas de otro tiempo dan su fruto, mas las malas hierbas crecen con tal fuerza que me impiden disfrutarlo. El futuro ya no es mi adversario. El presente me rehúye. Padre, ¿por qué me has abandonado? Enfrentado a un vacío sin cambio.
            Y mientras, siento que caigo…