De nuevo en el
piso tras volver de clase. De nuevo ese sentimiento de pérdida. De ver que todo
corre, que todo avanza y no me espera. Que la vida sigue su curso mientras no
hay evacuación de mi estanque lleno, rebosante de remordimiento.
Días de duda y reflexión. Me
abandonó el tormento, la frustración. El futuro certero, eclipsado por la
oscura neblina, empujado por la ciega madurez, tan solo aprecia la sucia y
manchada realidad. Pasó el amor. Olvidé la aventura. Queda descontento y una
preocupación absurda que cuestiona mi presente, advirtiendo la razón el
abandono que, adherido a la pasión, siempre ha invitado a la ruptura.
Descomprensión de la vida. Mirar escéptico. Transcurriendo sin sentido. Recordando
pretéritos desestimados.
Sin ambición. Sin creación. Sin
rebeldía. Se extinguió. Se fugó. Concepción vital general de la gran vulgar
mayoría….
¿Dónde está mi futuro? No aguanto
este ocultamiento, esta nada, esta vacuidad. ¡Azar, manifiéstate! El tiempo
pide fin. Me duele esta indecisión, este desconsuelo; el fluir no se plantea,
está en juego el puto porvenir. La sociedad ganó la partida y la preocupación
alcanza cotas inimaginadas. Se me impide el sueño. Amanezco a media madrugada y
tardo horas en dormir de nuevo. Los despertares están embriagados de algo
detestable. Que aparezca el punto de inflexión ya y abandone este estado, este
déficit de decisión. Que el tiempo pase pronto, los astros me otorguen su favor
y cese ya el abrumador canto del grillo.
…Una señora pasea por la calle, con
cuyo respiro, profundo, retumban las paredes de los hogares por los cuales
avanza…
Me sumerjo, ocultando mi peculiar
azar, mi extraño hado que por temor e inconsciencia incumplo con torpeza.
¡Fatum! ¿Eres tú? ¿Sois vos mi albur? Por desconsideración te niego,
incumpliendo los designios, violando las pasiones, desoyendo, eluyendo mi
vivir. Mintiéndome. ¿Excusándome? ¡Engañándome! Solo a mí. Ya que mi debilidad
te contraviene propongo un pacto, ¿vivir o no vivir? Vivamos, sé tú quien mi
guíe. Infravaloremos mi inútil, inepto, estéril e inane libre albedrío, pues
finalmente me encomendaré a ti. Mi esperanza se basa en ti. Mi insolencia te
escupe a ti. Mi valor te aclama, ¡a ti! ¡Muéstrate ya, odioso porvenir!
Obcecado en un fin improductivo, así
me hallo. Desmoralizado y desganado, sin otro objetivo que alcanzarlo. Mi
interior clama por un cambio, aunque estúpidamente prosigo… La lluvia no cesa.
Las ondas se expanden con la caída de las gotas en los charcos. Mínimos sucesos
dentro de mi alma se agrandan, agravando sentimientos ya de por sí
consolidados. Mi carácter noqueado intenta ante un respiro levantarse. Ante una
brizna de sol. Sin embargo, las nubes constantemente se imponen, y vuelvo al
suelo. Bajar los brazos y ver cómo los golpes siguen. Cómo hay incluso ganchos
fuertes. La miel estuvo en los labios. La justicia no la he visto. A la espera
de una venganza paso los días grises. En busca del pensamiento. Impaciente
reprimido. El objetivo sería la evasión. Me zambullo sin querer mojarme. Me
ahogo. El agua no moja pero ahoga; no moja pero ahoga.
La cuenta atrás no cesa, y yo
mientras siento que caigo. Las semillas de otro tiempo dan su fruto, mas las
malas hierbas crecen con tal fuerza que me impiden disfrutarlo. El futuro ya no
es mi adversario. El presente me rehúye. Padre, ¿por qué me has abandonado? Enfrentado
a un vacío sin cambio.
Y mientras, siento que caigo…